martes, 13 de abril de 2010

ALIANZAS POLITICAS ESPURIAS



ALIANZAS ESPURIAS

Mantener una tradición ideológica, sea de derecha, del centro o de izquierda, no significa ser dogmático y sectario, pero sí exige de los políticos, mantenerse firmes en su ideología y fieles a sus principios, ya que ello contribuye al análisis de la problemática social, en tanto que sirve para esclarecer la verdadera naturaleza e interpretación de dicha problemática social.

Los políticos mexicanos en los últimos años han adoptado una práctica de realizar alianzas que los ha alejado de sus respectivas ideologías, tanto al interior de sus propios partidos políticos como fuera de ellos, adoptando dos tipos de enfoques para analizar la problemática social y justificar sus políticas de alizanzas, los cuales son de suyo, contradictorios entre sí.

Por una parte, hay quienes adoptan y adaptan determinados modelos teóricos para interpretar la realidad, elaborados conforme a sus respectivas ideológicas, pero que no pasan de ser esquemas y, por tanto, sólo aproximaciones abstractas y visiones simplificadas de una realidad más compleja, que necesita enriquecerse con nuevas determinaciones para dar cuenta de las situaciones concretas, que son, finalmente, las que interesan.

En oposición a estos, otros, dejan de lado las ideologías y se orientan, tanto en la práctica política como en lo teórica, sólo por consideraciones empíricas, de acuerdo con lo inmediato de la experiencia, olvidando que lo social oculta y vela una realidad más profunda, que los trasciende, los articula y los explica.

La primera de esas actitudes teóricas, dificulta distinguir entre la realidad y el modelo, que la explica en lo esencial, pero que no aterriza en lo existente, por lo que los lleva a adoptar posturas que los alejan de quienes sienten y padecen en directo los problemas sociales, haciéndolos vivir subjetivamente, para sí, una verdad y un mundo que no es aquel con el cual se enfrenta el hombre en su quehacer cotidiano.

La situación opuesta se presenta cuando pragmáticamente se menosprecia los aportes de los modelos teóricos y la justeza de las ideologías, fundamentando su actuar político sobre los datos obtenidos de la práctica y en la verificación de sus más superficiales conexiones aparentes.

Estos dos enfoques coexisten y subsisten en los partidos políticos mexicanos, sin importar su filiación ideológica, por lo que establecen alianzas espurias, tanto dentro de ellos, como entre ellos mismos, en un afán esquizofrénico de llegar al poder, sin importar con quien deban establecer alianzas por mas vergonzantes que estas pudiesen llegar a ser.

Como es comprensible, no hay diálogo posible entre ellos, solo se establecen acuerdos en el reparto del botín de lo que se puede llegar a obtener en caso de llegar al poder político.

Están en desacuerdo en lo que ambos entienden por la realidad de la problemática social, para unos es el modelo teórico, para otros es la simple practica, sin embargo, ni unos ni otros tienen la razón, pues la realidad es la síntesis entre ambas, cayendo unos y otros en el dogmatismo y en el pragmatismo al momento de realizar alianzas políticas.

Cuando los hechos demuestran lo vergonzante y espurio de las alianzas, se generan desbandadas, renuncias y tranzas de última hora ante el temor al aislamiento, a la inoperancia o al ridículo.

En el caso de los políticos “pragmáticos”, para quienes la globalización ha rebasado las teorías que sustentaban sus ideologías partidistas, no alcanzan a comprender que una teoría puede seguir siendo eficaz como orientadora de la acción política, si es correcta y se le adecua a las circunstancias concretas que se están viviendo, sin tener que recurrir a prácticas políticas oportunistas o utópicas.

Una práctica política congruente en su ideología, es el resultado de una lucha en contra de las desviaciones oportunistas y dogmáticas que naturalmente engendra la dialéctica del proceso social.

En la medida que el nivel teórico de la lucha política es específico y relativamente autónomo se torna relevante la tarea de combatir, en ese plano, en contra de los reflejos del empirismo y de la utopía, ya que esos reflejos racionalizan, legitiman y refuerzan las conductas y prácticas oportunistas y dogmáticas.

En la actualidad, las alianzas políticas espurias que se establecen dentro de los partidos políticos y entre ellos mismos (PAN-PRD; PRI-PRD) revisten mayor complejidad y gravedad, por la vigencia en ciertos ambientes políticos, que hacen culto a lo pragmático y menosprecian lo teórico y metodológico del quehacer político.

La práctica y la teoría en sí mismas descontextualizadas y desconectadas son inoperantes, por lo que debemos recurrir a su síntesis, es decir a la praxis, la cual es la práctica consciente y guiada por la teoría, vale decir, la actividad humana operando sobre la realidad conforme a fines diseñados leales a su ideología.

Toda praxis política supone una práctica en la que se busca transformar la realidad, basada en la ideología y principios éticos que le dan sustento, por lo que una política de alianzas políticas sólo puede darse entre partidos políticos que comparten una misma ideología, aunque sus métodos sean diferentes.

Toda alianza que no sea basada en principios ideológicos compartidos, está destinada a ser una alianza espuria es decir en una alianza basada en apariencias y terminará por ser vergonzante en sí misma.

La influencia de la ideología neoliberal y la consecuente globalización capitalista que se ejerce en nuestra época bajo la bandera del pragmatismo político, obnubila el pensamiento de los políticos y los conduce a establecer alianzas espurias, donde no importa el deber ser, sino sólo el ser, es decir, ser el presidente, gobernador, presidente municipal, diputado o senador, y en última instancia en lo que se llegue a ser, con tal de conseguir el poder.

Por lo que se plantea que la praxis política y las alianzas políticas que de ella pudiesen emanar, es la síntesis del ser con el deber ser, donde no sólo está contenido lo que es, sino también lo que no es, lo que va a ser y cuya existencia va a determinar el sentido de lo que es.

Una alianza basada en el pragmatismo rampante y ramplón, es incapaz de justificarse o fundamentarse en si misma, como tampoco puede ofrecer soluciones reales que transforme la realidad y den solución a la problemática social, ya que deja fuera de su consideración lo que en el dato la trasciende, lo que es su negación dialéctica y que sólo tiene en su interior la apariencia que la viste en su exterior.

Esto no quiere decir que el proceso de construcción de alianzas no deba comenzar con el dato, pero siempre teniéndose presente que este dato no es lo real ni lo concreto, sino algo aparentemente concreto, pero que es, en realidad, abstracto, en la medida que, por no incluir la multiplicidad de relaciones que lo explican y configuran, sólo da cuenta de parte de sí, pero no de aquello que lo trasciende y lo conecta con el contexto en que está incluido.

Solamente la comprensión del sentido de la totalidad, puede explicar la significación de las partes, por lo que pretender realizar alianzas sobre supuestas relaciones o existencia de datos aislados, carece de legitimidad, de valor y credibilidad, ya que estas alianzas no reflejan la realidad, sino la forma cómo ésta se presenta en el comportamiento de los grupos políticos que desean realizar dichas alianzas.

La praxis ha demostrado que las alianzas efectuadas entre los partidos políticos que se hicieron sin considerar principios e ideologías, en lugar de fortalecer a los partidos que las llevaron a cabo, terminaron por debilitarse y en último caso los llevó a desaparecer de la lucha política, tal como le sucedió al PMT, al PRI, al PRD, al PAN y a todos los partidos morralla que aparecen y desaparecen como por arte de magia de la escena política.

El momento práctico de la acción política de los partidos que se manifiesta en sus alianzas espurias, es fuente de oportunismo porque tiende a determinar la conducta del mismo partido y de los militantes que lo integran, según los intereses y valores existentes, negando en esa misma medida su condición de agente transformador de la realidad social.

La desviación oportunista de las alianzas conduce a reproducir las condiciones prevalecientes a través de la promoción de los intereses mezquinos que se desarrollan en su seno; la conducta utópica o sectaria conduce también a mantener esas condiciones, en tanto la acción que se concibe a la luz de una imagen abstracta y sólo parcialmente verdadera de la realidad, no es posible o, en el caso de serlo, es ineficaz e inconducente a su intencionalidad transformadora de la realidad social.

La desviación pragmática y oportunista de las alianzas espurias hace prevalecer el elemento objetivo de la situación, al extremo de que la valoración de lo que “es” llega a ser tan intensa que se subestima la posibilidad de cambio manteniéndose firmes en principios ideológicos, se la juzga utópica o imposible.

El quehacer transformador de los partidos políticos debe forjarse a partir de la praxis de las alianzas efectuadas en su devenir histórico, reflexionando permanentemente en contra de las tendencias deformantes y oportunistas.

Una alianza es verdadera cuando en la praxis transformadora de los partidos que se involucran en ella ha demostrado su legitimidad en función de los principios que la sustentan; se convierte en una alianza espuria cuando se quiere alterar esa legitimidad y, con ello, la alianza fundada en ella; se reafirma la alianza verdadera cuando se niega a sí misma y se toma conciencia de la alianza que se propuso o se llevó a la práctica.

La situación general engendrada por las alianzas políticas efectuadas por los partidos políticos mexicanos, nos permite captar sus limitaciones y las posibilidades latentes en ella de llegar a transformarse en una verdadera alianza para generar los cambios que el país necesita.

Para los partidos políticos que quieren cambiar las cosas para que nada cambie (PRD), les resulta cómodo y prometedor envolver en falsas alianzas a los demás partidos, promoviendo una falsa conciencia de la realidad social, de tal suerte que para ellos no es motivo de rubor establecer falsas alianzas, por lo que, son los partidos políticos de izquierda (PRD), los que deben tener cuidado al momento de plantear una alianza espuria, ya que a la postre ellos mismos serán los que padezcan las consecuencias de sus conductas y actos encaminados a establecer tal tipo de alianzas, pues la praxis transformadora, seguirá mostrando tozudamente lo espurio de sus afanes.


Culiacán, Sinaloa México, abril de 2010

Antony Peper

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