domingo, 24 de enero de 2010

JEFE(A)S ACOSADORE(A)S Y ABUSADORE(A)S








JEFE(A)S PERVERSO(A)S Y ACOSADORE(A)S


Reflexión dedicada a mi amiga Ana.


Las ansias de poder y la perversidad provocan que nazca la violencia y el acoso hacia los empleados, sin importar su sexo, condición socioeconómica, filiación política o ideológica; pero lo más común es que se ensañe contra el más débil o con el empleado que no se pliega ciegamente a los deseos del jefe o directivo perverso y acosador.


Se entiende por acoso laboral, cualquier manifestación de conductas abusivas, especialmente, los comportamientos, palabras, actos o gestos que puedan atentar contra la personalidad, la dignidad, integridad física o moral de un individuo, su empleo, o la degradación del clima laboral en el que se desempeña.

Este acoso laboral, no sólo afecta al trabajo y la productividad del empleado o subordinado, sino que también favorece el ausentismo y el desgaste físico y psicológico de quien lo padece. Esta guerra psicológica desigual a la que se ve sometida el empleado acosado o abusado incluye dos fenómenos: Uno de ellos es el abuso de poder, otro más es, la manipulación perversa.

El acoso se produce progresivamente, pues el jefe perverso lo va dosificando maquiavelicamente, de tal manera que la personalidad del empleado se va trastornando cada vez más, en la medida en que pasando los días en que es sometido a tal acoso.

En situaciones de crisis, el empleado acosado, tiende a dar lo peor de sí mismo, llora sin aparente motivo, hace “panchos”, ataca a sus compañeros sin aparente motivo, etc., del tal suerte que el empleadoacosado se ve envuelto en un circulo vicioso del que dificlmente puede salir. El acoso empieza cuando el empleado reacciona contra el autoritarismo de su jefe y no se deja avasallar. Eso le convierte en blanco del acoso de sus superiores, quien lo empiezan a etiquetar como una “persona problemática”.

Después, le sigue la descalificación sistemática, la cual es aprobada por los demás compañeros de trabajo del empleado acosado. Cuando el proceso de acoso inicia, se gesta tambien, todo un proceso en el cual el empleado es estigmatizado, (se dice que el trato con ella o el es difícil, que tiene mal carácter, que “no tiene lado, que está “loquito”, que no tiene disposición para trabajar, que no le gusta socializar, etc.), ya que por lo general, los demás miembros de la emprea empiezan a compartir la visión del jefe acosador.

Algunos jefes resultan incapaces de hacer que se respeten los derechos mínimos de los empleados ( así tengan doctorados o maestrías en desarrollo organizacional o en administración de recursos humanos, o en cualquier otra disciplina científica afín), por lo que en sus empresas o instituciones se arraigan polaridades discriminatorias, tales como el racismo (ahí viene la cubana o ese “oaxaquita” se cree galán), el machismo o sexismo (tenía que ser “vieja” o ahí viene la “marimacha” o el amanerado), religiosas ( ese tipo es un “persignado”), etc.

El acoso puede ser suscitado también por envidias (caso de jóvenes titulados, que al entrar a laborar en la empresa o institución, son menospreciados por los empleados o superiores de mayor antigüedad o nivel académico).

Las agresiones entre compañeros también pueden surgir de enemistades personales y del deseo de destacar o escalar posiciones a costa del compañero. A lo anterior, podemos decir que los conflictos entre compañeros son difíciles de gestionar, sin embargo, no son imposibles de ser tratados, empero, se requiere la combinación de una alta dosis de inteligencia emocional y de conocimientos científicos en materia de recursos humanos, para poder dirigir adecuadamente a los empleados y mantenerlos permanentemente motivados con la visión y misión de la empresa o institución.

Ahora bien, también, puede darse el caso de que un superior pueda ser agredido o acosado por sus subordinados; cuestión que es menos frecuente que la anterior. Esto puede darse por ejemplo, en el caso de los empleados o jefes que vienen del exterior, cuyos estilos de trabajo o directivos no gustan, o bien, compañeros ascendidos sin consulta previa por parte de la dirección, o cuando se formulan objetivos poco claros o contradictorios por parte del superior.

Tanto en el pasado como en la actualidad, el que un superior agreda a un subordinado es la situación más frecuente, por lo que estos, tienen que estar preparados para el momento en que se manifiesten los primeros síntomas del acoso laboral. En ocasiones, se puede tratar simplemente de un abuso de poder, cuando se hace un uso desmedido de la posición jerárquica, por lo que se acosa a los demás por miedo a perder el control ejercido hacia los de “abajo”.

Usualmente este tipo de abuso es ejercido por mandos intermedios, quienes temen ser rebasados por sus subalternos. Pero, también puede ser una maniobra perversa de un individuo para aplastar a los demás y destacar por encima de ellos; cosa que sucede cuando el superior intermedio “saluda con sombrero ajeno”, es decir, cuando se sirve del trabajo del subordinado, apareciendo como el autor de la idea o trabajo desarrollado.

El miedo al desempleo no explica por sí solo el sometimiento de las víctimas. Los directivos o jefes acosadores lo utilizan para alcanzar un status de superioridad, como un aviso de advertencia que permanente quiere dejar sentado a propios y a extraños, haciendoles saber que sólo sus “chicharrones” truenan en esa empresa o institución, advirtiendo constantemente a sus subordinados y jefes inferiores o pares, que “sólo el tiene autoridad para realizar los cambios que se requieren en la empresa, advirtiéndoles que de no ser así, serán amonestados en públco, mínimamente.

Los jefes perversos, para mantener el poder utilizan diversas formas, todas ellas pueriles, como por ejemplo, rechazando o evitando la comunicación directa con sus empleados, evitando dar explicaciones der su actitud, pues de lo que se trata es de impedir que el otro piense, comprenda o actúe. También se puede recurrir a evitar el diálogo; ello es una forma de decir, que el otro no interesa o que sus opiniones son insignificantes o carentes de validez.

La situación se agrava cuando la víctima es propensa a culpabilizarse, diciéndose a sí mismo que “nada le sale bien”, que el es el culpable de que lo sancione el jefe. Es común, que el jefe perverso le señale al empleado acosado, que es un malagradecido, que siempre le ha ayudado y que ahora que necesita de su apoyo no está dispuesto a colaborar.

Con lo anterior, le hace sentir al empleado acosado, que tiene el deber de darle su apoyo sin poner condición alguna. Por lo regular, la agresión al empleado acosdo o abusado, no tiene lugar abiertamente dado que se utiliza frecuentemente la comunicación no verbal, es decir la de “los valores entendidos”, de tal manera que la victima no se percate de que lo es y que no pueda así defenderse, puesto que así el jefe acosador puede argüir, “malinterpretaste las cosas•”, “te proyectaste” o bien, decir a los demás finalmente, “cuídense de esa persona”, creo que “es bipolar”, por lo que el empleado agredido o acosado finalmente termina teniendo serias dudas sobre sus propias percepciones de sí mismo y de los demás, con lo que a la postre, la víctima progresivamente renunciará a defenderse, o bien a sentirse cada vez más culpable.

Por lo regular, los empleados acosados o abusados, son velada o abiertamente descalificados; esta descalificación se produce al no dirigirle la mirada o la palabra a esa persona cuando está haciendo uso de la voz o cuando está realizando alguna actividad (hacerle sentir como un cero a la izquierda), lanzandole bromas, burlas o sarcasmos como crítica indirecta.

Cada palabra contiene un “doble sentido”, que se vuelve en contra la víctima elegida. Para desacreditar, el jefe perverso y acosador pone en circulación un malentendido “un chisme”, que puede explotar en beneficio propio sembrando la duda en los demás, por lo que para hundir al otro, lo ridiculiza, lo humilla y lo cubre de sarcasmos hasta que logra que el empleado acosado pierda la confianza en sí mismo y termine pensando “nadie me quiere…todos me odian….mejor me como un gusanito..”.

Estas maniobras perversas, tienen su origen en compañeros envidiosos o en directivos que creen que la crítica destructiva e incesante, así como la humillación abierta o velada motivan a sus subordiandos, por lo que recurren sólos o en grupo, a darle “carrilla” a la víctima elegida.

Cuando la victima explota o es sacada de sus casillas, soltando el llanto o una “palabrota”, el victimario justifica su actuar,haciendose pasar por la victima de un empleado malagradecido y traicionero.

Es en este punto donde el victimario llega al extasis, llegando a tal grado de creerse un semidios o el mesias que la institución y el pueblo esperaban. Otra forma que utiliza el jefe acosador, es la de aislar al empleado, es decir romper sus alianzas, provocando con ello que el empleado acosado, en su soledad, no pueda rebelarse o le sea muy costoso o riesgoso hacerlo, sobre todo, sí se le hace creer que todos están contra él y que no vale nada. Insinuaciones y preferencias declaradas o insinuadas, provocan celos, con lo que el agresor deja en manos de empleados envidiosos y sumisos la “tarea” de aislar a la víctima.

El empleado acosado, aislado de los demás, come solo, no es invitado a las celebraciones, ni a ningún otro evento, bajo el argumento de que “para que te invitamos, sí nunca quieres asistir a las reuniones o eventos que organiza la empresa o institución”. Si la agresión proviene de un superior, la víctima no recibe información, no es avisado de reuniones, quedando así aislado, como un “apestado” que está en cuarentena, lo cual le genera más tensión psicológica que el exceso de trabajo, volviéndose destructivo de sí mismo y de los demás.

Por lo que así, queda a un paso de renunciar a la empresa o provocar su despido por violar el reglamento o el contrato laboral en un estallido de violencia o dejadez. En el mejor de los casos, está a un paso de su renuncia voluntaria, sí es que tiene la antigüedad suficiente para ello. En ocasiones, el jefe acosador puede recurrir a encargarle al empleado acosado tareas inútiles o degradantes, fijarle objetivos imposibles de alcanzar, o provocándole accidentes laborales que dañen algún equipo o a sí mismo.

El acoso sexual, no es algo que está vedado, por el contrario, es algo que está en constante acecho, sí es que la víctima es del gusto del jefe acosador. Existen diferentes categorías de acoso sexual: Si el jefe es mujer, puede decirle al subordinado piropos o insinuaciones sobre su apariencia física, mostrarse seductora invitándole a cenar o a bailar y, en casos extremos, se puede llegar a la violación sexual sí el jefe es hombre y el empleado o empleada acosado (a) no aceptó sus insinuaciones.

Pero siempre, el punto de partida del que parte el jefe acosador es el poner en práctica el abuso de poder. La agresión más evidente se genera cuando un superior aplasta con su poder a sus subordinados, con esto, un “jefecillo” acosador y abusador se revaloriza ante sus ojos y los de sus “achichincles”, quienes extasiados empiezan a adular a su jefe acosador y abusivo " es usted lo máximo... nadie prepara los hielitos como usted... hasta que ese tipo se encontrócon la horma de sus zapatos, etc", o cualquier otra sarta de adulaciones.

Los subordinados, temiendo el despido no tienen más remedio que padecer su dominio o simular que se está con él, “en las buenas y en las malas”, en la creencia ficticia o real de que el jefe acosador “está bien posicionado” con los jefes de jefes.



Sin embargo, conviene tener presente que presionar a los subordinados es poco redituable para la empresa o institución en el mediano y largo plazo, por lo que hay que tomar en cuenta que una mano de obra feliz es más productiva, cosa contraria con lo que resulta de un empleado abusado y acosado.

Desde siempre ha existido el abuso de poder, pero ahora está más camuflado. Cuando un jefe perverso entra en un grupo tiende a reunir a su alrededor a los más dóciles “arrancándoles” su espíritu crítico y constructivo, si es que algún día lo tuvieron, induciéndoles a que no discutan sus órdenes, haciéndoles creer que “el jefe siempre tiene la razón”, o que es el que tiene la última palabra.

Si bien es cierto, que algunos empleados necesitan de una autoridad que les de órdenes para poder hacer las cosas, también es cierto que los jefes perversos utilizan esa condición en su propio beneficio y para hacer sufrir a los demás y que trabajen incondicionalmente a su servicio.

El objetivo de un jefe perverso es el poder, pues así logran sentirse realizados, de tal manera que siempre andan en busca de obtener algun puesto que les de autoridad ante los demás, (siempre quiere ser jefe, de que?… eso no importa…lo que importa es ser jefe, aunque no se tenga preparación ni vocación para ello... él quiere un “hueso”, de lo que sea, pero quiere ser el jefe), puesto con el que tapará sus deficiencias, ya que, utilizando el poder del puesto aparecerá como creador del producto de sus subordinados.

Para lograr lo anterior, necesita desembarazarse de quien amenace de alguna manera su posición o su carrera ascendente, inciando o acentuando su acoso y abuso. Es una verdad de perogrullo, que el miedo genera obediencia o sumisión en la persona atacada o sometida a tensión psicológoica o fisica, por lo que el jefe perverso o acosador, someterá a su víctima a todo tipo de humillaciones, con tal de mantenerlo en constante miedo; cómo?: lanzándole indirectas de despido, señalandole que está en peligro su ascenso o su cambio de adscripción a áreas de trabajo menos riesgosas o más productivas; amenazandolo velada o abiertamente que no se le apoyará para que se le otorgue alguna prestación contractual, etc.

Un jefe perverso actúa con más facilidad en una empresa o institución desorganizada, mal estructurada , “deprimida” o en “vías de acreditación”. La técnica siempre resulta ser la misma: se utiliza la debilidad o ineptitud de otro y se le conduce a dudar de sí mismo hasta que cometa errores ella sola, teniéndola así en sus manos, para hacer de ella lo que se le antoje y lograr su ciega obediencia.

Algunos jefes tratan a sus subordinados como si fuesen niños o cosas y piensan que pueden utilizarlos a su antojo. Cuándo la víctima intenta rebelarse, se le anula hasta que pierda fuerza y confianza en sí misma.

Lo anterior no sucede en una organización inteligente, pues en una empresa o institución que es dirigida por un jefe inteligente, sus directivos superiores, no cierran los ojos ante este tipo de problemas, por el contrario, los afrontan críticamente, fomentando la participación y el diálogo abierto y creador.

Debemos tener siempre presente que la perversión genera imitadores, por lo que a la larga, hasta el menor de los “achichincles” del jefe acosador, se comportan como él, de tal suerte que esta situación se convierte en algo cotidiano y común; esto es, que se trate a los empleados contrarios de forma denigrante.

La inestabilidad en el empleo (trabajadores temporales o de “confianza”), contribuye a que la arrogancia y el cinismo se conviertan en estilo de dirección; esto también es una verdad de perogrullo. Un individuo que ansía el poder a cualquier precio en una empresa o institución “patito”, puede manipular y destruir a otros con tal de conquistar o mantener el poder.

De lo anterior se desprende, que una empresa o institución que fomente métodos perversos para lograr abrir mercados o lograr la aceptación o la acreditación de la sociedad, de los gobernantes o de los organismos acreditadores, puede llegar a convertirse en un sistema o circulo perverso, contaminando con sus actos todo lo que está a su alcance, pues logra imponerse en el lugar de los hechos, aduciendo “que el fin justifica los medios”, de tal suerte que se está dispuesto a todo con tal de lograr sus fines ( aderezándolos con una lechada de nobleza), por lo que siempre se debe tener presente que el poder se constituye en un arma terrible y destructora cuando lo detenta una persona o un sistema perverso y acosador.


Culiacán, Sinaloa a invierno de 2010

Marco Antonio Rodríguez Camacho

No hay comentarios.: