miércoles, 31 de marzo de 2010



Globalización capitalista

La globalización capitalista constituye un modelo de economía mundial, regional y nacional que divide las sociedades, concentra las riquezas y el poder político y margina a grandes masas humanas degradando cada vez más a las personas.

Esta globalización profundiaza todos los rasgos del capitalismo (explotación del trabajo asalariado, extracción de la plusvalía, concentración de la riqueza y del poder) y agrega otros elementos diferentes porque principalmente ahonda su carácter parasitario y se despliega como modelo de economía segmentada.

Su desarrollo y sostenimiento es a costa de la sociedad humana en su conjunto, donde la mayoría se empobrece y se vuelve miserable y un sector cada vez más concentrado y minoritario disfruta de los bienes que ofrecen la naturaleza y la vida social.

El fenómeno del flujo de capitales de inversión a través de las fronteras no es tan diferente de lo que había sido al inicio del siglo XX, pero hay cambios en el orden social, como el del marginamiento de grandes masas humanas respecto del trabajo y la producción.

Las trasnacionales han constituido una verdadera dictadura mundial, con un mando centralizado, aunque dependen de sus propios Estados, como es el caso de los Estados Unidos. Sobre las cien trasnacionales más importantes de la lista de la revista Fortune, la publicación encontró que todas se habían beneficiado de intervenciones específicas de los estados nacionales, donde tienen su base, mediante subsidios que provienen del contribuyente.

“Hay un mercado —dice Noam Chomsky—, pero es un mercado guiado por el Estado, y el Estado nodriza es un factor crucial, con el cual las corporaciones cuentan” y agrega: “También existe una gran expansión del capital financiero, que es mayor que antes.

Ese capital financiero se ha vuelto dominante frente al capital industrial”. La victoria o triunfo del llamado mercado es en realidad la victoria del totalitarismo donde las corporaciones constituyen mandos centralizados, combinando las funciones ejecutivas, legislativas y judiciales en una unidad de control superior.

Su poder alcanza a la propaganda, el dominio de la información y, según Chomsky, el “control de la mente”. Nos encontramos ante una onda larga del capitalismo, depresiva y, por lo tanto, no expansiva.

A diferencia de la expansión más grande del capitalismo entre 1945 y 1973 (crisis del petróleo), la etapa actual es precaria y vulnerable, signada por una inestabilidad permanente.

El capitalismo privatiza el dinero, tiende a feudalizar el poder, curiosamente destruye el mercado y privatiza lo público. Divide antes que une y, al mismo tiempo, concentra el capital financiero.

Han existido muchas globalizaciones a lo largo de la historia. Wallerstein lo ha explicado en su tesis de la economía-mundo. El Imperio Romano, la Iglesia Católica medieval, el Imperio Británico, la revolución protestante, el Imperio Español, entre otros ejemplos. No estamos ante un fenómeno original, sino frente a una etapa que Cornelius Castoriadis y Herbert Marcuse, y antes Rosa Luxemburgo, caracterizaron en la tensión Socialismo o Barbarie.

En esta onda larga del capitalismo hay una caída significativa del producto y del crecimiento respecto del período anterior. Se fortalece el desempleo.

Hay una crisis en el liderazgo imperialista. Atrofia del G7 más Rusia, e intento de extender el poder de dominación mediante la OTAN. Se produce la expansión y explosión del crédito. Hay dinero flotante y una formidable especulación.

El dinero toma autonomía respecto del comercio. Existe un flotante de 200 a 300 billones de dólares en manos de multinacionales, especuladores y en el lavado de dinero del narcotráfico (el pensador norteamericano James Petras consigna cifras superiores).

La invasión electrónica en el mercado financiero y bursátil alienta transferencias enormes de dinero en pocos segundos o minutos.

La punta de esta crisis cíclica se está produciendo a partir del estallido de las denominadas burbujas financieras japonesas y de la crisis de los “tigres asiáticos”, que comenzó con la de Tailandia en el segundo semestre de 1997 y se extiende ahora por diversas regiones.

Anwar Shaikh y Ernest Mandel demostraron que una tasa promedio declinante de ganancia y una tasa estable de interés obtienen una tasa de ganancia real negativa. Por ello no es viable invertir más a largo plazo. Deja de ser favorable a la expansión, se convierte en freno y entonces la oleada especulativa es mayor porque es menos favorable invertir. Surge así el actual período de inestabilidad, de desempleo, miseria creciente y caos, en el cual existe una autonomía relativa de la lucha de clases.

Las huelgas en Alemania, Francia e Italia, obligaron a cambiar el mapa neoliberal europeo por otro a manos del reformismo de tipo socialdemócrata.

De todas maneras, la violencia estructural es la que signa la etapa, con el enfrentamiento entre mafias, locales e internacionales, el lavado de dinero del narcotráfico y el surgimiento de las contradicciones secundarias, xenofobia, racismo, fundamentalismos y guerras étnicas.

Es difícil saber el tiempo que durará la etapa de barbarización en la que recién penetramos. No existen por ahora fuerzas, a nivel nacional, regional o mundial, que conduzcan mundialmente la reacción, espontánea, de las masas oprimidas.

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