miércoles, 11 de noviembre de 2009

LA HIENA EN EL PAIS DE LOS CIEGOS, BIZCOS Y TUERTOS





LAS HIENAS EN EL PAÍS DE LOS CIEGOS

Hace muchos años..., tantos que se pierden en el tiempo, en un bello país, moraban unos animalitos de la creación, los que, casi en su totalidad, habíanse quedado ciegos; el primero en quedar sin luz en sus ojos fue el león, que era el habitante más viejo del lugar, después… uno a uno fueron perdiendo la vista y quedando en la total oscuridad casi todos los demás…, sólo algunos la libraron un poco al quedar bizcos o tuertos.

Cuentan quienes lo conocieron en sus años mozos..., que éste personaje, en sus mocedades fue un aguerrido y melenudo león, que luchaba siempre por sus ideales y por la libertad de sus leonas y sus leoncitos, cual si fuera un valiente guerrero Espartaco; por lo que no se explicaban, porqué hoy en día habíase convertido en un viejo y desmelenado adefesio, que lo hacía lucir como un famélico y dócil borrego, que hacía y decía todo lo que le ordenaban un par de hienas que se habían apoderado del lugar.

El otrora majestuoso felino de blonda melena y que hoy luce unos cuantos pelos en su enorme cabeza, vive en una pequeña covacha construida en lo alto de un edificio, que le han construido la hienas, dueñas y señoras de ese hermoso país, donde instruye a hermosas cachorritas para que obedezcan ciegamente a las que hoy son sus amas y señoras.

Ya ha olvidado con el tiempo, que por derecho, merece ser mejor tratado, por el derecho de sangre que le hace heredero de ese país que antes fue de su padre adoptivo..., un viejo y cojo mico venido a más al ser premiado con un país más grande y bello, gracias a su mercenaria y arrastrada vida.

La hienas le encargan día a día, que no deje solas a las cachorritas, so pena de lanzarlo al destierro, por lo que de vez en vez, las saca a pastorear a lugares cercanos, con la leve esperanza de comerse a una que otra de las cachorritas que adormecidas por sus pasadas hazañas, pudiera caer en sus entrañas.

Dicen los que lo conocieron..., que un infausto día... al salir con sus cachorritas a su acostumbrado paseo, al pasar por un hermoso y soleado zacatal, tropezó con un caliente y peludo bulto…, lo palpó suavemente, pues su ceguera le pedía que utilizara las manos como si fueran sus ojos, y creyó… por la forma y por el suave pelaje que se trataba de una de sus cachorritas..., por lo que cargó en sus temblorosas manos a ese suave y aterciopelado bulto, llevándoselo hasta su oscuro cubil, donde lo cuidó amorosamente durante una semana seguida, sin cerrar ni un solo momento sus ciegos y pipizques ojos.

Como si fuera una de sus cachorritas y en ello le fuera la vida..., la alimentó con lo mejor que tenía..., le dio las mejores pláticas de obediencia..., le cedió el mejor lugar para dormir..., y lo que es más..., a la hora de dormir..., se acurrucaba a sus pies, para estar presto al menor movimiento de ese suave, pequeño y peludo bulto, que lo traía hipnotizado.

Pasaron largos y pesados años… las nieves de enero cubrieron todos los rincones de aquel hermoso país, hasta que un día… ese pequeño y suave bulto peludo, se convirtió en una horrible hiena, a la que no le bastaba ya, lo que le ofrecía el cada vez más viejo y cansado y ciego león..., por lo que se salió del cubil donde su protector la cuidó durante tanto tiempo, comiéndose de dos dentelladas a la primera cachorrita que encontró en su camino.

Al león, que para estos tiempos ya le molestaban las reumas, le extrañó no sentir la presencia de lo que creía era su cachorrita preferida, por lo que sacó su despelucada y enorme cabeza por la puerta de su cubil y la llamó con su cascado rugido.. al cabo de un tiempo…sólo escuchó unas risas mitad humanas… mitad animal, las cuales provenían del huacal donde solían dormir las cachorritas.

Pasó un día… otro día… otro día más… y una tras otra noche más… y lo que el viejo y ciego león creía era su cachorrita, no aparecía, por lo que empezó a sentirse triste, cansado y sin ilusiones…, para colmo, en el recuento de sus daños, se percató de que faltaban algunas cachorritas.

Siguió pasando el tiempo... y el viejo león sentía que su final ya estaba muy cerca…, hasta que un mal día..., cuando entró al cubil la horrible hiena, esa que el viejo león creía era su cachorrita preferida…, venía llena de lodo, apestosa y expulsando del hocico una baba maloliente.

Sin embargo, al viejo león eso no le importó aquello y lleno de ternura y melosidad la limpió con su lengua y la recostó en lo más mullido y cálido de su lecho, tirándose a sus píes, como si fuera su fiel perro guardián.

Muchas más estaciones lluviosas pasaron y el decrepito y ciego león, fue perdiendo los pocos pelos que le quedaban en su enorme cabeza al darse cuenta de que cada día que pasaba, perdía cada vez mas cachorritas… sin embargo, se alegraba al notar que lo que creía era su cachorrita preferida…aquella que un día ya muy lejano se había encontrado a la vera del camino, engordaba…engordaba y engordaba cada vez más, quedando durante largos momentos extasiado al acariciar su cada vez más voluminoso cuerpo.

Una noche… el viejo león despertó sobresaltado, pues de todas las cachorritas que le habían dado en guarda, solo le quedaban dos, hecho que lo tenía intranquilo y lo hacía dar vueltas y más vueltas a los pies de donde dormía, esa horrible hiena, que él creía era su máxima creación.

De pronto… escuchó aquellas umas horribles risas que había escuchado ya…, pero ahora las oía más cerca, y esas risas mitad humanas, mitad bestia… entendió que eran de hiena, por lo que   asustado abrazó a lo que creía era su cachorrita preferida para según él librarla de las fauces de ese animal del que en sus años mozos…, él, en ocasiones, se había visto obligado a huir.

Sin embargo, ese bulto pequeño y cálido que antes era..., se soltó de sus brazos y salió corriendo a toda velocidad llevando entre sus fauces a las dos únicas cachorritas que le quedaban al viejo y ciego león...

Dicen, los que conocen bien la historia, que una lúgubre noche, al pasar por el cubil, donde el viejo león cuidaba e instruía en la obediencia a las cachorritas, sólo encontraron sus despojos..., oyendo en la lejanía las risas…mitad humanas…mitad bestia.

Dicen también..., que ahora esa horrible y regordeta hiena..., la que había sido cuidada con tanto esmero por el otrora feroz y valiente león..., se ha convertido en la reina consorte de un cornudo y corcovado ser..., mitad borrego..., mitad buey..., que reina en el país de nunca jamás..., por lo que de vez en vez se acerca a este hermoso país, dejando escapar sus risillas burlescas haciendo valer sus derechos de sangre, obligando a las dos pequeñas hienas que gobiernan el país de los ciegos, tuertos y bizcos, a que le sirvan con prontitud y esmero.

Los viejos del lugar..., no se cansan de decir, que lo que necesitan los ciegos, bizcos y tuertos es..., que si se tiene duda de vivir en unidad con algún animalito de la creación..., pálpese los colmillos a quien se pretenda unir..., a fin de no ser devorado por alguna hiena en el futuro.

CULIACAN, SINALOA, OTOÑO DE 2009

ANTONY PEPER

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