viernes, 26 de noviembre de 2010

DOS ALMAS ATORMENTADAS

DOS ALMAS ATORMENTADAS

Cuentan, que una noche fría y oscura, dos almas atormentadas, con sus cansados ojos, miraban esperanzados hacia lontananza tratando de descubrir la amada y ansiada figura, causante de sus desvelos y desvaríos.

De hito en hito, lanzaban al viento hondos suspiros, como sí quisieran con ello atraer hacia sí, aquello que ansiaban ver emerger desde lo más hondo de aquella terrible oscuridad, que en ocasiones parecía querer engullirlos, como si se tratase de aquel terrible mounstruo que en innumerables ocasiones había amenazado con destrozarlos entre sus fétidas y terribles fauces apocalípticas.

En sus oídos, retumbaban cual sí fueran las campanadas del juicio final, aquellas terribles noticias que una y otra vez habían escuchado en otras largas noches de espera sin fin.

Estas dos almas atormentadas, ya habían escuchado, que para ellos, ya no existía esperanza, porque eran responsables de los desatinos descontrolados de aquello que no supieron encauzar por el camino de la virtud y la superación.

Una y otra vez, habían escuchado, que para ellos no existía esperanza, por lo que su destino final sería terminar siendo engullidos por esa negra oscuridad que cada vez se tornaba más amenazadora y cruel.

Cada vez que con trémulos ojos fijaban la mirada en esa cruel y espantosa oscuridad, sus pensamientos les decían con despiadada frialdad que aquello que esperaban jamás volvería a su morada.

¡Qué pensamientos tan crueles aquellos!..., que los hacía sentir como niños abandonados..., pero muy dentro de su ser, sentían latir débilmente la cálida voz de la esperanza, por lo que volvían a clavar su mirada en esa terrible oscuridad y se decían entre sí que algún día todo volvería a cambiar para ellos.

A punto de desfallecer, se acurrucaron tímidamente y volvieron sus ojos al cielo, el cual lucía cada vez más esplendoroso e iluminado por las enormes y temblorosas luces de las estrellas.

De pronto…, dicen lo que lo escucharon y vieron..., que los pensamientos de aquellas almas atormentadas, les empezaron a susurrar cálidas palabras de amor y esperanza, haciéndoles escuchar aquello que tantas veces quisieron escuchar.

Así…, abrasadas aquellas almas, poco a poco fueron sintiéndose reconfortadas..., cuando de repente, escucharon unas campanadas, ellos no sabían de donde provenían, miraban a todas partes y desde esa enorme oscuridad apareció entre ellos la amada figura causante de sus desvelos y desvaríos.

Embelesadas…, las dos almas atormentadas, sintieron una profunda emoción, que hizo que en sus rostros aparecieran lágrimas de felicidad cuando la esperanza las abrazó cálidamente y la envolvió en su mágico manto.

Esa noche..., la esperanza les regaló uno de los más hermosos amaneceres que sólo las almas atormentadas son capaces de experimentar.

Dicen los que lo vieron y escucharon..., que en ese hermoso amanecer, la generosa esperanza les regaló algo que no sabían cuando habían perdido..., !se regaló a sí misma!..., por lo que desde ese entonces, esas dos almas..., otrora atormentadas, volvieron a experimentar lo que era vivir en la esperanza de tener siempre un hermoso amanecer, después de haber vivido una noche fría y oscura noche desesperanzada.

Esos mismos que vieron y escucharon lo que arriba les he relatado, se preguntan ahora:

¿Porqué, sí estas dos almas atormentadas vivieron este portento, ellos no son capaces de vencer a la oscuridad con el apoyo de la esperanza.

¿Porqué se rinden, sin luchar, porqué no son capaces de tener sueños y de creer en un mañana distinto iluminado por la luz de la esperanza.

Al escuchar estos pensamientos..., tres almas felices y esperanzadas encaminan sus pasos firmes hacia su cálida morada..., por lo que desde entonces..., los que lo vieron y escucharon, iluminan la oscuridad con la luz de la esperanza.

Culiacán, Sinaloa, Invierno de 2010.

Antony Peper

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