jueves, 8 de octubre de 2009

ESCUELAS PATITO EN LA UAS?




TAMBIEN EN LA UAS HAY ESCUELAS PATITO

 (PRIMERA PARTE)
Programas semiescolarizados, sin vigilancia académica.
Funcionan como negocios particulares de los directores.
Trabajo Social, sin rumbo ni evaluación académica.
En Derecho, en entredicho la calidad educativa.
Por Alejandro Luna.

La creciente oferta de programas educativos en modalidad semiescolarizada, que al principio se identificó como una fortaleza para la acreditación de carreras de la UAS hoy actúa en sentido contrario.

El crecimiento anárquico que ha tenido en los ciclos más recientes –propiciado por el descuido del Consejo Universitario—, sin vigilancia ni supervisión académica, sin capacitación docente previa y sin criterios uniformes y transparentes de operación, ha favorecido la simulación académica y la distorsión de las relaciones de poder al interior de las escuelas al llegar a constituirse, en algunos casos, en negocios particulares y efectivos medios de control político de los directores.

La contratación del personal académico en estos programas es totalmente discrecional y con frecuencia excluyente. No hay información de ingresos y gastos por conceptos de colegiaturas; nadie sabe en qué y cómo se gastan los recursos, y los consejos técnicos, las delegaciones sindicales y hasta las propias administraciones, ignoran que pasa en las modalidades semiescolarizadas. Ahí todo es confidencial. Y sobre todo, no existen instancias colegiadas de planeación, ejecución y evaluación de los programas.

El problema no es de una o de dos escuelas, sino de todas las unidades académicas con programas en la opción semiescolarizada. Si bien en algunos casos, por iniciativa particular de la unidad, se establecen internamente mecanismos de vigilancia y rigor académico, lo cierto es que no existen en la universidad instancias de vigilancia externa para estos programas, de tal suerte que el rigor académico y la transparencia operativa queda al arbitrio y/o la convieniencia de los directivos sin obligación institucional.

ANTECEDENTES

La creciente demanda de formación, capacitación y actualización profesional de personas que ya se encuentran en el mercado laboral, pero requieren mayores niveles de certificación para asegurar puestos y lograr asensos, ha dado paso a la modificación de las formas tradicionales de la enseñanza escolarizada en las universidades, fortaleciendo modalidades como educación en línea, educación a distancia, educación abierta y especialmente educación semipresencial o semiescolarizada.

En los años 70s y 80s, esta modalidad semiescolarizada se usaba para talleres, cursos eventuales y diplomados que ofrecían las propias instituciones y empresas, y en muy pocos casos para programas de licenciatura, como era el caso de la licenciatura en educación que ofrecía la Universidad Pedagógica Nacional para maestros en servicio.

A fines de los 80s, la Universidad Autónoma de Sinaloa abrió la Licenciatura en Docencia Universitaria que luego, por determinación de la SEP, se denominó Licenciatura en Ciencias de la Educación. Como estaba orientada a nivelar a licenciatura a los docentes universitarios en servicio que trabajaban entre semana, esta licenciatura se ofreció en modalidad semiescolarizada.

No obstante se aseguró un alto grado de rigor académico. Este mismo modelo se llevó a los programas de licenciatura y posgrado que se multiplicaron durante los 90s para la formación y capacitación de profesores estatales de educación básica, aunque como programas esporádicos. Sin embargo, en lo que va de la presente década, la modalidad semiescolarizada creció de manera exponencial, al igual que el número de instituciones particulares de educación superior cuyos propietarios vieron en la educación la oportunidad de hacer un negocio.

Sin embargo, la baja en la calidad educativa que ofrecían muchas instituciones particulares denominadas peyorativamente escuelas “patito”, obligó a la SEPYC a tomar ciertas medidas remediales. Para asegurar estándares de calidad, se suspendió temporalmente el otorgamiento de RVOEs, se determinó no expedir RVOEs a aquellos programas para la formación de recursos humanos para el área de la salud que no contaran con CIFRHS, se puso en operación la COEPES, se realizó un diagnóstico de las IPES y se emitieron recomendaciones para corregir sus fallas, se estableció la supervisión de las IPES, y se les orientó a la certificación con estándares internacionales.

SIN VIGILANCIA ACADEMICA LOS PROGRAMAS SEMIESCOLARIZADOS

 No obstante, la oferta de programas educativos semiescolarizados también creció exponencialmente en la UAS, pero sin un sistema eficiente de vigilancia de niveles mínimos de calidad, lo que ha generado cierto desorden y hasta, probablemente, mal uso de las facultades de certificación de estudios universitarios.

En muchos casos estos programas son tanto o más “patito” que los que las autoridades estatales suspendieron a las universidades privadas pero tales medidas de la SEPyC no son extensivas a la UAS por su autonomía.

En ésta debe ser el Consejo Universitario el que ponga orden y/o cree un sistema eficiente de control y vigilancia del rigor académico de los programas, pues algunos son tomados como negocios particulares de directivos de las escuelas, con manejo discrecional de operación administrativa y sin dirección académica.

Entre las que ofrecen licenciatura en modalidad semiescolarizada de fines de semana destacan la Facultad de Psicología, la Facultad de Derecho, la Facultad de Contabilidad y Administración, la Facultad de Trabajo Social (Culiacán, Mazatlán y Los Mochis) hasta hace poco el CISE, la Escuela de Filosofía y Letras, entre otras.

A falta de un sistema eficiente de vigilancia de la calidad de los programas semiescolarizados, cada unidad académica, dependiendo de su propio criterio, establece los mecanismos de operación y vigilancia académica.

Así, es conocido el rigor académico de los programas del CISE (Unidad académica de Ciencias de la Educación), y la Facultad de Psicología, pero no es tan prestigiado el de derecho o el de trabajo social.

TRABAJO SOCIAL, SIN RUMBO ACADÉMICO NI EVALUACION

En agosto de 2006 se aprobó un nuevo plan de estudios unificado para las tres escuelas de trabajo social de la UAS (Mazatlán, Culiacán y Los Mochis), para iniciar operaciones en septiembre.

El nuevo plan, basado en una propuesta metodológica de investigación-acción y orientado hacia la formación de competencias profesionales muy vinculado al campo laboral, consideraba cambios muy significativos en su operación y la conformación de equipos académicos de eje, de líneas de conocimiento y de cada grado, constituidos en un consejo académico, que orientara, retroalimentara y corrigiera el rumbo académico y vigilara el cumplimiento académico del plan.

Sin embargo, sin pedir autorización de nadie y en un arranque de audacia, se abrió un grupo en modalidad semiescolarizada, sin ninguna consideración académica. Sólo con la tira de materias y el interés de los aspirantes por tener un título profesional.

Con el grupo ya en operación, se consiguió la autorización del Consejo Universitario, con la advertencia de que cada grupo requeriría una nueva autorización. Sin embargo, sorpresivamente se abrieron grupos en Hermosillo, Tijuana, Tepic y de nuevo en Culiacán, validando el mismo dictamen, mientras, por otro lado, se seguían abriendo grupos de nivelación a licenciatura para trabajadores sociales con preparatoria en un año dos meses en Hermosillo, Tepic, Morelia, Ciudad Obregón, Culiacán y el Distrito Federal.

Los programas semiescolarizados de trabajo social se han tomado como un negocio particular de contratación discrecional de personal, de falta de transparencia en el manejo de los recursos y sin instancias de orientación y vigilancia académica.

A pesar de que la modalidad semipresencial requiere la definición de un modelo psicopedagógico propio, el área de educación continua no cuenta con un consejo académico de orientación y planeación y a la fecha de tres años no se ha realizado ninguna evaluación académica.

Siguiendo el ejemplo de la Facultad de Trabajo Social de Culiacán, las escuelas de trabajo social de Mazatlán y de Los Mochis, en competencia con Culiacán, solicitaron y obtuvieron su propia autorización del Consejo Universitario para operar grupos en sus ciudades y extensiones.

¿Cómo operan los programas semiescolarizados de las escuelas de trabajo social de Mazatlán y de Los Mochis?
¿Cómo están operando los programas de la FCA, Derecho, Contabilidad, Filosofía, entre otros semiescolarizados?

Los maestros evalúan a los alumnos, pero quién evalúa los programas, el desempeño de los maestros, los materiales de apoyo, antologías, la integración de conocimientos, metodologías, los niveles de cumplimiento de los programas, el alcance de los objetivos y/o competencias profesionales? ¿Tienen el perfil adecuado los maestros? ¿Fueron capacitados para trabajar con metodologías de modelos compactos y sobre todo para evaluar con estas metodologías? ¿Cuáles son los criterios de contratación de los profesores que conforman las plantillas docentes? ¿Están perfilados los profesores o son contratados por amiguismos o afiliaciones tribales?

La educación en modalidad semiescolarizada en la UAS podría ser una gran simulación si permanece al arbitrio de sus operadores; un abuso de las facultades de la UAS para titular gente si no se garantiza el nivel académico; una gran farsa si se privilegia el ingreso económico por la vía de colegiaturas sin correspondencia con el rigor académico que garanticen el nivel que certifica.

“ESCUELITA PARTICULAR” EN TRABAJO SOCIAL:
MARTÍNEZ ESCALERA

Opera al margen de la administración, el Consejo Técnico y la delegación sindical En la facultad de trabajo social de la UAS la educación continua (donde están los programas semiescolarizados) trabaja como si fuera una “escuelita particular”, con una dirección autónoma, alterna a la de la facultad; se pasa por alto los criterios laborales de contratación; hay serios problemas con las prácticas escolares porque los tiempos no son los mismos que en el escolarizado; los criterios de prestación del servicio social no son uniformes, generándoles conflictos a los estudiantes y hay graves problemas en la relación entre las materias de las líneas con el eje rector, lo que pone en entredicho la operación del propio plan de estudios. Así se expresa el doctor Felipe Martínez Escalera, maestro de la Facultad de Trabajo Social (Culiacán), quien cuestiona la falta de información sobre los criterios de programación de carga de trabajo en los programas semiescolarizados y en el propio manejo de los recursos que generan estos programas.

Insiste en que estos programas operan como una escuela particular, con un funcionamiento alterno a la facultad, pues ni siquiera las propias áreas y departamentos de la administración de la facultad (secretaría académica, secretaría administrativa, planeación, titulación o servicio social) tienen la información al respecto. Tampoco la tiene la delegación sindical y mucho menos el Consejo Técnico, a pesar de que es la máxima autoridad de la facultad.

Martínez Escalera cuestiona además el desorden académico donde cada profesor hace su programa, su antología y enseña lo que considera conveniente, porque no hay una instancia académica que vigile y regule el proceso de enseñanza y aprendizaje, y estima conveniente que se cree un consejo académico de la modalidad semiescolarizada donde se ponga orden a todos estos aspectos.

Y es que la propia universidad lo ha tolerado. No hay una instancia en la universidad que regule a todos estos programas y por eso cada quien hace lo que le da la gana. Tampoco se sabe cuánto dinero ingresa por concepto de colegiaturas y en qué y cómo se gasta ese dinero.

De acuerdo con el número de grupos y el cobro por materia por alumno (que oscila entre los 500 y los 800 pesos), por estos programas se tendrían ingresos aproximados a los 150 mil pesos mensuales, que a principio de este año sumaban un remanente de 3.5 millones de pesos. ¿Dónde está ese dinero? ¿En qué se gastó

EN ENTREDICHO LA CALIDAD EDUCATIVA EN DERECHO

Desvirtuada la modalidad semiescolarizada.
Funciona como negocio particular.

Con al menos 12 grupos de 65 alumnos, en promedio, --de dos a tres grupos por cada grado, de primero a quinto—, que pagan 2 mil 200 pesos semestrales, y dos generaciones de egresados, la modalidad semiescolarizada de la facultad de derecho de la UAS, ha crecido de manera significativa en los últimos años, sin embargo, su nivel de calidad está en entredicho.

Su operación está a cargo de una sola persona, no tiene estructura académica, la contratación del personal docente es excluyente y carece de criterios claros, el personal docente no recibe capacitación pedagógica para trabajar en programas semi presenciales, la producción de materiales didácticos no está reglamentada, las antologías no cumplen requisitos mínimos de calidad y el manejo de la información al respecto es discrecional. No hay claridad en qué se gasta el dinero ni con base en qué se determina. Funciona como si fuera un negocio particular.

El doctor José Luis Urías Morales estima que el proyecto original de la opción semiescolarizada se ha desvirtuado. Originalmente se planteaba una selección rigurosa de los aspirantes, porque el modelo definía un tipo de alumnos, de preferencia que trabajaran, porque tienen otra perspectiva, más responsabilidad, pero ahora entra todo el que quiere, no hay cedazo. Considera también que eso ha influido para relajar las normas de cumplimiento básicas en esa modalidad educativa. Los horarios originales eran los sábados de ocho de la mañana a seis de la tarde, pero por presión de los alumnos, se recortaron de ocho a tres de la tarde, por lo que se tuvo que ampliar de tres fines de semana por materia, a cinco fines de semana.

Urías Morales dice desconocer los criterios que se siguen para contratar a los maestros en esta modalidad, pues hay maestros de mucha calidad académica que no son invitados a participar. Si bien hay algunos muy buenos maestros trabajando en esta modalidad, hay muchos otros también de muy buena calidad que no están incluidos y nadie sabe porqué. Advierte que la discrecionalidad en la contratación de profesores no permite que estén todos los que pudieran estar para lograr el mayor nivel académico en esta modalidad.

Asimismo, señala que inicialmente había un estímulo económico para quien preparara antologías y aunque era poco sí estimulaba la participación, pero ese estímulo desapareció y ahora se dan casos en que sólo se fotocopian partes de libros y sin un orden coherente, sin guía y hasta sin referencias y a veces hasta con las páginas mal acomodadas, lo cual también repercute en el nivel de calidad de esta modalidad.

Por otra parte, Urías admite que no hay un programa de capacitación para los maestros que son incorporados al trabajo en esta modalidad, a pesar de que la forma de trabajo semipresencial conlleva un modelo pedagógico y didáctico radicalmente distinto a la modalidad presencial.

En principio, por el tipo de alumnos que se integran a una y otra modalidad (con características y habilidades distintas) y luego por las competencias que debe tener el docente, ya que no es lo mismo, trabajar un semestre dando clases con sesiones de 50 minutos tres veces por semana, que conducir procesos de reflexión y autoaprendizaje en jornadas extensas de cuatro y cuatro horas en un solo días. Las competencias que se requieren de los docentes en una y otra modalidad son significativamente distintas.

Admite además el doctor Urías que la modalidad semiescolarizada es coordinada por una sola persona y que no hay un comité o consejo académico que regule toda la problemática de esta modalidad, de ahí que gran parte de los asuntos que pueden garantizar los buenos estándares de calidad académica están sueltos o no son atendidos. No hay coordinación entre los maestros de las asignaturas ni vigilancia de los contenidos de los programas ni de la producción de materiales. Resulta imposible que una sola persona pueda hacer todo eso, por lo que se limita a los asuntos administrativos de programación de maestros y cobros, pagos y reproducción de materiales en la fotocopiadora, dejando de lado asuntos tan importantes como la capacitación de los profesores y la revisión de contenidos de las antologías.

INCUMPLEN FUNCIONARIOS DE DERECHO-UAS CON LA LEY DE ACCESO A LA INFORMACIÓN PÚBLICA.

Sobre la modalidad semiescolarizada de la facultad de derecho se carece de información oficial ya que ésta no fue proporcionada a pesar de que se solicitó con base en la ley de acceso a la información pública, lo que ha empezado a poner en entredicho el cumplimento de esta ley de transparencia en la universidad, que es aplicable a todas las entidades que funcionan con recursos públicos como es el caso de la UAS.

comentarios@cuestionescolar.com.mx

3 comentarios:

Anónimo dijo...

me enncata la forma en la que definen a las escuelas patito que en realidad son muchas las que existen...ojala que desaparecieran y fueran solo escuelas de calidad y no para perder el tiempo

Anónimo dijo...

no me gusta la verdad en la manera en la que defines la uas y en especialla de trabajo social yo estudio ahi no es ninguna escuela patito ahi se le da oportunidad a personas las cuales trabajan o no tienen recursos para estudiar todos los dias ok asi que desapruebo tu comentario o articulo tengo 7 años etudiando en la uas oks

Anónimo dijo...

QUÉ PENA ALEJANDRO QUE TE EXPRESES ASÍ DE LA FACULTAD QUE TE ABRIÓ LAS PUERTAS PARA SER MAESTRO; LAS CRÍTICAS QUE HACES SON TAMBIÉN PARA TI PUES ERAS PARTE DE LA PLANTA DOCENTE...DE VERDAD TIENES LA AUTORIDAD MORAL Y ACADÉMICA PARA SOSTENER ESTO QUE AFIRMAS? YO ASEGURO ENÉRGICAMENTE QUE NO; Y FELIPE MARTÍNEZ, QUÉ FÁCIL DECIR ESO QUE DICE CUANDO FUNGIÓ COMO SECRETARIO DMINISTRATIVO, LA VERDAD QUE SIGUEN ATRAPADOS EN LA VIEJE ESCUELA DE LA DIFAMACIÓN CUANDO ALGO NO CONVIENE A SUS MUY PARTICULARES INTERESES Y PARA CHANTAJEAR PARA RECIBIR ALGO A CAMBIO...LE SIGO ALEJANDRO? si es tan democrático este blogg, seguramente mi comentario será publicado.